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Los Museos

Los museos españoles son auténticos tesoros culturales que narran la rica historia y la diversidad artística de España a lo largo de los siglos. Desde los majestuosos palacios convertidos en galerías de arte hasta las vanguardistas estructuras arquitectónicas que albergan colecciones contemporáneas, cada museo es un testimonio vivo del ingenio humano y la creatividad sin límites. En sus salas se entrelazan las pinceladas de los maestros renacentistas con las formas surrealistas de los artistas modernos, mientras que las esculturas de mármol dan testimonio del dominio técnico y la expresión emocional de sus creadores.

Cada visita a un museo español es un viaje en el tiempo, una oportunidad para sumergirse en las profundidades del arte y la historia, para contemplar la grandeza y la fragilidad de la condición humana plasmada en lienzos, esculturas y artefactos antiquísimos.

Estos templos de la cultura nos invitan a reflexionar, a cuestionar, a maravillarnos y a emocionarnos, recordándonos que el legado artístico de una nación es un reflejo de su identidad y su alma colectiva.

En cada rincón de un museo español, se despliega un universo de conocimiento y belleza, un lugar donde el pasado dialoga con el presente y el futuro se insinúa en las mentes curiosas y ávidas de inspiración.

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Museo del abanico. Aldaia.

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Parte de nuestra colección de abanicos se encuentra expuesta en el MUPA («Museu del Palmito d´Aldaia»), primer museo temático de abanicos de España. Un proyecto en el que hemos tenido el honor de colaborar.

Nuestro deseo ha sido ofrecer al público la posibilidad de hacer un fascinante recorrido por la historia que envuelve cada una de sus piezas y fomentar así la pasión por estos bellos objetos para poder preservar toda nuestra tradición artesanal.

Nos mueve el deseo de poner a disposición de futuras generaciones el legado que así mismo nosotros hemos recibido de nuestros ancestros.

Es bien conocida en todo el mundo la tradición artística valenciana y deseamos situar nuestra cultura del abanico en el lugar donde se merece estar. Es muy importante en estos tiempos difíciles para la artesanía, realizar un gran esfuerzo por mantener activos estos oficios.

Desde Aldaia, cuna de maestros artesanos, les invitamos a visitar el emblemático edificio de “La Llotjeta” para que puedan contemplar y compartir con nosotros la deslumbrante belleza de estas preciosas joyas artísticas.

Ubicado en Mollina, a 65 km de Málaga, este Museo de Belenes abrió sus puertas al público el 17 de noviembre de 2017 gracias a la Fundación Díaz Caballero. El recinto cuenta con dos áreas expositivas: la interior, que alberga los belenes; y la exterior, destinada al campo andaluz con dos almazaras, aperos del campo y una casa popular. El edificio, diseñado por el arquitecto Alfonso Mora, se exponen más de 60 nacimientos artísticos y más de 1000 figuras. Entre las obras, destacan belenes monumentales de belenistas como Antonio Bernal y José Luis Mayo.

El Museo Casa de Cervantes de Valladolid, comunidad autónoma de Castilla y León, (España) es la auténtica vivienda que habitó Miguel de Cervantes Saavedra en el año 1605 (aunque la familia Cervantes vivía en un solo cuarto de una sola casa, y han sido unidas tres para formar el Museo).

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Está situada en la calle del Rastro y por esta calle tiene su entrada, aunque los jardines que se extienden por delante terminan en una verja que da a la calle de Miguel Íscar, a la que se accede por el Pasaje de Dulcinea.

Forma parte de un conjunto de cinco casas levantadas por Juan de las Navas, apoderado del Ayuntamiento, a principios del siglo XVII.

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Está construida en ladrillo y su fachada presenta balcones y ventanas recercados en yeso. En el jardín fueron instalados los restos de la antigua fachada del Hospital de la Resurrección, que en tiempos de Cervantes se hallaba próximo a su casa y que es el escenario de una de sus Novelas ejemplares, El coloquio de los perros. En 2005, con motivo del IV Centenario de la primera edición de Don Quijote de la Mancha, se llevaron a cabo una serie de reformas y limpieza del inmueble y de su jardín.

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Parte del inmueble, pues la estructura del edificio se confunde, es sede de la Real Academia de Bellas Artes.

Es un Museo Nacional de España adscrito al Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, es de gestión exclusiva de la Dirección General de Bellas Artes y Patrimonio Cultural.

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En el año 1600 la corte de Felipe III se trasladó a Valladolid, hasta 1606 en que regresó de nuevo a Madrid. Durante esos seis años Valladolid experimentó una serie de mejoras y ganó también mucho en el aspecto cultural y financiero, pero faltó alojamiento.

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En el año 1602, en lo que se llamaba Acera del Rastro se empezó la construcción de cinco pares de casas, una de las cuales, o mejor dicho parte de ella, fue la que habitó Cervantes en 1605.

El promotor de las casas fue Juan de las Navas, apoderado del Ayuntamiento y también administrador de las vecinas carnicerías y del servicio de velería.

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Las casas quedaron ubicadas frente al puente de madera​ sobre un ramal del río Esgueva (afluente del río Pisuerga, que en aquellos tiempos pasaba por delante de la Acera del Rastro, en lo que hoy es la calle de Miguel Íscar).

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En la orilla derecha del Esgueva, en el tramo antes indicado, se encontraba el matadero público o macelo, vulgarmente conocido como las carnicerías. También se encontraba allí el rastro, que era el lugar donde se vendía la carne de consumo público al por mayor.

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En la orilla izquierda (en donde hoy está la primera casa de la calle de Gamazo más parte de la calle de Muro) estaba la atarazana, depósito o corral de ganado, al mismo tiempo matadero de cerdos. En esta misma orilla izquierda, pero en el tramo que quedaba frente al matadero mencionado se encontraban algunas casas que eran las viviendas de los cortadores (o carniceros) que formaban una acera que se empezó a llamar Acera del Rastro. Un poco más lejos, aguas abajo, donde hoy está el edificio conocido como la Casa Mantilla estaba el Hospital de la Resurrección y muy cerca del edificio había una fuente que traía agua del viaje de Argales. Cervantes conocía muy bien esta fuente (inaugurada en su época) y la menciona en su novela La ilustre fregona.

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El incidente

Siendo Cervantes vecino de Valladolid y habitando una de las casas mandadas construir por Juan de las Navas, ocurrió un incidente en el que tuvo que intervenir la justicia y la policía y en el que se vieron implicados Cervantes y su familia.

El transcrito de la investigación es, aunque de un breve momento de su vida, el mejor retrato de la vida de Cervantes que tenemos.

En la noche del 27 de junio de 1605, el caballero don Gaspar de Ezpeleta tuvo un altercado con un individuo desconocido. El caballero Ezpeleta resultó gravemente herido y fue llevado a una casa frente al puentecillo de madera, propiedad de doña Luisa Montoya, una mujer viuda y muy respetada. A los dos días de la refriega, el herido murió y fue entonces cuando se levantó el proceso.

Las sospechas recayeron en gran parte de la vecindad, entre la que se encontraba Cervantes y su familia. El escritor y parte de su gente fueron apresados y entrevistados, así como algunos vecinos y amigos.

Al cabo de unos días todos fueron liberados por no encontrarse nada en su contra.

La historia del proceso se encontró a finales del siglo XVIII en el archivo de la Real Chancillería de Valladolid. Sin editarse por varios años (pues los reflejos de las vidas algo alegres de las hermanas de Cervantes no eran del gusto de los cervantistas decimonónicos), hoy se conserva y se cuida en la Real Academia Española como documento muy preciado (sigla 1 de su colección). Gracias a este documento se pudo averiguar con exactitud el lugar de la casa que Cervantes habitó durante su estancia en la ciudad de Valladolid.

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La casa
Se sabía desde antiguo que Cervantes había vivido algunos años en Valladolid y que había llegado a esta ciudad por asuntos de trabajo y relacionado con la mudanza de la corte de Felipe III. Cervantes había sido recaudador de impuestos atrasados (alcabalas) y comisario de la Armada; ya que, según el mismo documento que permitió la identificación de la casa, le visitaron por negocios un asentista genovés y un banquero sevillano, es de suponer que trabajaba en la banca, como contable. Pero durante siglos todo fueron suposiciones y nada había de cierto sobre el lugar exacto de su casa. Hasta que a finales del siglo XVIII se halló la anterior información, que es un documento notable sobre la vida de Cervantes: se pudo averiguar con exactitud el lugar de la casa que habitó durante su estancia en la ciudad castellana porque se le nombra claramente a él y a su familia y se describe con exactitud el lugar donde se ubicaba su vivienda, y se lee claramente y en detalle las vidas que todos llevaban.

El herido fue transportado a la casa que estaba pegada a la de Cervantes, por lo que todos los vecinos de aquellos inmuebles tuvieron que acudir a testificar, entre ellos Cervantes y su familia.
Descubrimiento del documento del proceso

Hacia el año 1860 llegó a Valladolid el cervantista José Santa María de Hita que investigó con más profundidad que lo hubieran hecho otros ilustres personajes anteriormente. El 29 de abril de 1862 ya tenía en su poder todos los resultados de la investigación y la certeza de haber dado exactamente con la casa de Cervantes.
En el proceso del incidente, las llamadas diligencias de las averiguaciones dejan bien claro que:

Al ocurrir el percance Cervantes vivía en unas casas nuevas frente al Rastro, propiedad de Juan de las Navas.
Cervantes ocupaba un piso 1º o principal con ventana a la calle.
La habitación estaba a la izquierda de otra ocupada por doña Luisa Montoya y para subir a ambas se entraba por la misma puerta de la calle, en cuyo zaguán se encontraba un pozo (que hoy existe).
Debajo de la habitación de Cervantes había una taberna.

Y se dice textualmente:
Que en unas cassas nuebas questan junto al Rastro nuebo desta ciudad, estaba un caballero muerto o herido…

Años después
Todas estas pistas fueron muy fáciles de seguir por el ilustre cervantista. Desde entonces la casa de Cervantes no ha variado prácticamente nada y se conservan junto a ella las otras cuatro casas nuevas.

Hubo un tiempo en que la casa fue olvidada y a punto estuvo de derruirse para hacer un ensanche moderno, pero se pudo evitar gracias a la intervención del gran mecenas y también cervantista marqués de la Vega Inclán, que consiguió las reparaciones y compras pertinentes con su propia ayuda más la ayuda que le prestó el rey Alfonso XIII (que más tarde regalaría su aportación al Estado español), y la del Presidente de la Sociedad Hispánica de Nueva York, señor Archer Milton Huntington. Así pudo conservarse y convertirse en museo la casa de Valladolid, que durante algunos años cobijó a Cervantes y su familia y en la cual fueron escritas obras como El coloquio de los perros,

El casamiento engañoso, La ilustre fregona, El licenciado Vidriera y algunas más.

En la actualidad es el Museo Casa de Cervantes, gestionado por el Ministerio de Cultura. Además de la visita de los curiosos y turistas, ofrece jornadas literarias todos los meses y homenajes a Cervantes cada 23 de abril.

El Museo de Ciencias Naturales de València está ubicado en los Jardines del Real (Viveros municipales).

El actual Museo de Ciencias Naturales de Valencia tiene su origen en el antiguo Museo Municipal de Paleontología, fundado en 1889 y ubicado en el desaparecido Convento de San Gregorio de la calle de San Vicente, en el emplazamiento del actual Teatro Olympia.​

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Este museo surgió gracias a la generosa donación de la colección privada del ingeniero José Rodrigo Botet. Nacido en Manises en 1842, Botet emigró a Argentina en 1875, donde dirigió diferentes obras de ingeniería civil, además de participar como ingeniero militar en proyectos hidráulicos de Brasil, los Andes y la Patagonia. También estuvo involucrado en el diseño y planificación de la ciudad de La Plata y el puerto de La Campana, del que fue constructor y concesionario.

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El 14 de julio de 1889, partió de Argentina, con su enorme colección paleontológica, a bordo del barco Mateo Bruzzo, llegando al puerto de Barcelona en medio de una gran expectación. Se fletó un tren especialmente para transportar la valiosa colección hasta Valencia, llegando una tarde del 9 de agosto.

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La colección consta de numerosos fósiles de mamíferos del Cuaternario sudamericano, entre los que se encontraba el Hombre de Samborombón, un esqueleto humano considerado como la perla de la colección y que fue el centro de numerosas discusiones científicas a principios del siglo XX debido al postulado de la antigüedad terciaria del origen de la humanidad. ​Le acompañó en el viaje el catalán Enrique De Carles, principal recolector de los fósiles y técnico naturalista del Museo de Buenos Aires.

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De Carles fue el principal responsable del montaje de los esqueletos hasta su marcha precipitada, en junio de 1890, debido al último brote de cólera que sufrió la ciudad de Valencia durante ese año.

​Fue durante el mismo año de la marcha de Enrique De Carles cuando la colección se trasladó del Convento de San Gregorio a un local municipal situado en el número 62 de la calle Ruzafa, lugar donde permaneció de forma temporal hasta 1896, ubicándose la colección en un antiguo edificio de los Jesuitas, el Hospital de San Pablo, junto a la Alquería de Julià, lejos del centro histórico.

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En 1904 fallece en Madrid José Rodrigo Botet, principal donante de la colección del museo. Eduardo Boscá Casanoves (1843-1924), jardinero mayor del Jardín Botánico de la Universidad de Valencia, de firmes creencias evolucionistas, se convierte en el primer director del Museo Municipal de Paleontología, y junto con el montador Carlos Maicas, se continúa con la labor de montaje de los esqueletos que comenzó Enrique de Carles.

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Con la celebración del IV Centenario de la Universidad de Valencia en 1902, el Ayuntamiento de Valencia decide mostrar la colección al público general por primera vez. El edificio del Hospital de San Pablo resultó ser ineficiente para la conservación y exhibición de la colección. Por este motivo, el Ayuntamiento de Valencia planteó la realización de un nuevo edificio que se localizaría en el Pla del Real cuya finalidad sería acoger la colección de Botet para exhibirla al público.

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​ El nuevo edificio, que se pretendió denominar como el Palacio Valenciano de Ciencias Naturales, nunca llegó a construirse debido a la falta de financiación, en su lugar la colección de depositó en un nuevo emplazamiento en el edificio del Almodí (Almudín en castellano), una antigua alhóndiga del siglo XIV situada en pleno centro de la ciudad histórica de Valencia, encontrándose a pocos metros de la Catedral y que en la actualidad acoge una sala de exposiciones.

La nueva ubicación permitió que la colección paleontológica pudiera ser visitada por el público general, inaugurándose en el año 1908 como Museo Municipal de Paleontología. En 1924 fallece Eduardo Boscá Casanoves, el primer director del museo y uno de los mayores defensores de la difusión social de la colección paleontológica de Botet.

​Ese mismo año le sucede en el cargo Don Francisco Beltrán Bigorra, que amplió los fondos del museo con una enorme colección malacológica donada en 1925 por Eduardo Roselló Bru.​

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Durante las décadas posteriores, el museo se mantuvo abierto al público en dicho emplazamiento, convirtiéndose el edificio del Almudín en sinónimo de Museo de Paleontología, hasta que unas lluvias torrenciales acaecidas en 1989 aceleraron el deterioro del edificio, declarándose en estado de ruina.

​Las autoridades procedieron al desalojo de la colección ante el peligro de derrumbe, no existiendo, desde la Segunda Guerra Mundial, un precedente en Europa de un traslado de fondos de esa magnitud.

La colección se traslada a los bajos de la Casa Consistorial, en la antigua Sala Municipal de Exposiciones, inaugurándose el 2 de julio de 1991. ​

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Durante el año 1996, el Ayuntamiento de Valencia aprueba un proyecto de rehabilitación del antiguo restaurante de Viveros y la creación del Museo de Ciencias Naturales que acogerá los fondos del Museo de Paleontología.

Para potencial al máximo el valor didáctico de las colecciones, se elaboró un proyecto que respetaba las tendencias museográficas más actuales.

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En 1999 se inauguró el actual Museo de Ciencias Naturales de Valencia, en el mismo emplazamiento donde el Ayuntamiento de Valencia proyectó la construcción del Palacio Valenciano de Ciencias Naturales a principios del siglo XX.

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Edificio

El edificio, de estilo racionalista valenciano, que actualmente acoge el Museo de Ciencias Naturales corresponde con el antiguo restaurante de lujo Restaurante Viveros. Este edificio fue construido a finales de los años 1950, y fue diseñado por el arquitecto valenciano Luis Gay, cuyo trabajo estaba influido por el arquitecto Ludwig Mies van der Rohe, precursor de la escuela Bauhaus.

El edificio está considerado como edificio singular y cuenta con un grado de protección 2.

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Colecciones

La colección de Rodrigo Botet es posiblemente la mejor colección europea de fósiles del Pleistoceno sudamericano, estando formado por veinte esqueletos y más de cinco mil huesos que pertenecen a más de veinte familias diferentes de mamíferos.

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Salas del Museo

  1. Ciencia y Tecnología: Esta sala está dedicada a la historia de la ciencia y en ella se encuentra el primer microscopio electrónico que hubo en Valencia, adquirido en 1966 por el Instituto de Investigaciones Citológicas, actual Fundación Valenciana de Investigaciones Biomédicas. Destaca la recreación de un gabinete científico del siglo XIX, similar al de Ramón y Cajal.

  2. Biodiversidad: Sala destinada a la descripción y divulgación de la biodiversidad valenciana. Incluye una visita virtual a los espacios naturales de El Saler y La Devesa.

  3. Origen de la vida: El Paleozoico

  4. Colección paleontológica Rodrigo Botet: En esta sala, donde se expone la colección de Rodrigo Botet, se encuentra el ejemplar más representativo y espectacular del museo, un esqueleto completo de un Megaterio de seis metros de longitud. También podemos encontrar en esta sala los esqueletos de un gran úrsido, un tigre de dientes de sable (Smilodon ensenadensis) y varios armadillos gigantes, entre los que destaca un Eutatus seguini, un Neosclerocalyptus y un Glyptodon clavipes. Los ejemplares de la colección de Rodrigo Botet son mencionados por Charles R. Darwin en su obra El origen de las especies, provocando que la colección fuera muy cotizada por prestigiosos museos europeos de la época.​

  5. Mesozoico y Cenozoico

  6. Dinosaurios de la Comunitat Valenciana

  7. Yacimientos del Neógeno continental valenciano: En el museo podemos encontrar el cráneo de un sirenio de la 5 millones de años encontrado en Pilar de la Horadada (provincia de Alicante), perteneciente al género Metaxitherium, el grupo de los actuales dugongos.​

  8. Malacología: En esta sala está expuesta parte de la colección donada en 1925 por Eduardo Roselló Bru.

  9. Ecosistemas y aves de ciudad

  10. Apicultura

  11. Exposiciones temporales

El Museo de Bellas Artes de Granada es la más importante pinacoteca de dicha ciudad, una urbe cuya fama radica más en su patrimonio monumental que en el pictórico. Esto explica el relativo olvido en que ha subsistido esta institución hasta fecha reciente.


El museo ocupó inicialmente el antiguo convento dominico de Santa Cruz la Real, siendo inaugurado en 1839, por lo que se trata de la pinacoteca provincial más antigua de España. Tras diversos cambios de ubicación, desde 1958 tiene su sede en el Palacio de Carlos V, notable edificio del Renacimiento anexo a la Alhambra.


Historia
Como tantos otros museos provinciales de España, este Museo de Bellas Artes debe su origen a la desamortización de Mendizábal, que supuso la dispersión de numerosas obras de arte que habían pertenecido a órdenes religiosas. Así, la institución se creó para custodiar las obras artísticas, mayormente religiosas, que peligraban.

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El museo se inauguró en el antiguo convento dominico de Santa Cruz la Real, el 11 de agosto de 1839. En 1889, el Ayuntamiento de Granada adoptó la decisión de dedicar el edificio a un Instituto Militar, por lo que las colecciones de arte pasaron por diversas ubicaciones: primero a unos salones de la Casa Consistorial, luego a un edificio de la calle Arandas, y finalmente a la llamada Casa del Castril. Compartieron espacio con el Museo Arqueológico de Granada y la Academia de Bellas Artes.

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Ya en el siglo XIX, se planteó la oportunidad de recuperar como sede del Museo el famoso Palacio de Carlos V, considerado el edificio más importante de la Granada cristiana y que permanecía vacío, en condiciones no óptimas. El Patronato del Museo acordó formalmente el traslado del Museo a dicho local en 1914, pero no fue hasta 1941 cuando el gobierno español (la Dirección General de Bellas Artes) decidió dicho traslado.


El proceso fue largo, y el Museo no se inauguró en el Palacio hasta 1958, coincidiendo con varios actos con motivo del IV Centenario de la muerte de Carlos V (Carlos I de España). La institución se acomodó en la planta alta del edificio, con obvias limitaciones pues se decidió no alterar la distribución original.

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En 1994 se inician las obras de remodelación de la planta baja del Palacio de Carlos V para ubicar, entre otras dependencias, el Museo de la Alhambra. La eliminación de la entreplanta existente hasta entonces hizo necesario el traslado de parte de las dependencias del Museo de Bellas Artes al complejo edificatorio conocido como Nuevos Museos.
El Museo fue sometido a una nueva reforma de adecuación museográfica, según técnicas modernas, que comenzó en 2003 y que se inauguró en enero de 2008.


Colecciones
Las colecciones están formadas mayormente por pinturas y esculturas, desde el siglo XV hasta el XX. Los fondos más amplios y ricos proceden de fundaciones religiosas desamortizadas en el siglo XIX. Se han sumado posteriormente obras depositadas por el Museo del Prado, así como compras, tanto ejemplos de arte reciente como de viejos maestros.

Entre las piezas más antiguas, destaca la escultura de Santa María de la Alhambra, de finales del siglo XV, atribuida a Roberto Alemán y que presidía la Puerta de la Justicia de la Alhambra. En 1941 fue retirada del exterior y sustituida por una réplica para preservarla del deterioro. De la misma época, destaca el Tríptico del Gran Capitán, elaborado en esmalte de Limoges.

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Ya de principios del siglo XVI, es el gran grupo de El entierro de Cristo, del maestro florentino Jacopo da Torni (Jacopo Florentino), y algo posterior, el relieve de La Virgen con el Niño, esculpido en madera de nogal por Diego de Siloé.

Una de las secciones más distintivas es la de principios del siglo XVII, con Juan Sánchez Cotán como gran nombre. Su Bodegón con cardo y zanahorias es acaso la mejor obra del Museo, así como pieza clave de su producción, junto con otro del Museo del Prado. Del mismo artista el Museo alberga varias obras de género religioso procedentes de la Cartuja de Granada en la que profesó como monje, entre ellas una Virgen despertando al Niño, ya de menor relevancia, pues Sánchez Cotán era más bien conservador y anticuado en su pintura religiosa y su fama actual radica en sus bodegones.

Otro ejemplo representativo del bodegón español de comienzos del siglo XVII es Cajitas de dulces, de Juan van der Hamen y León, procedente del Palacio Arzobispal.


Alonso Cano, granadino de nacimiento, es otro gran protagonista del Museo. Aquí se custodian La Virgen del Lucero, San Jerónimo penitente en el desierto y la escultura de San Diego de Alcalá. Muy numerosa es la representación de los seguidores de Alonso Cano, tanto escultores como pintores, como Pedro Atanasio Bocanegra, Juan de Sevilla, Pedro de Mena, de quien se conserva un busto de la Dolorosa o de la Soledad, y José de Mora, junto a otros maestros menos conocidos, como los Cieza, Miguel Jerónimo de Cieza y su hijo José, Pedro de Moya, Ambrosio Martínez Bustos y los Gómez de Valencia, Felipe Gómez de Valencia y su hijo Francisco, cerrándose la nómina con las obras del también pintor y escultor José Risueño.

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Ya del siglo XIX, destaca una Vista del Antiguo Ayuntamiento de Granada (1873), de Mariano Fortuny, y de 1920, un Paisaje de Sierra Nevada de Antonio Muñoz Degrain. El Museo ha sumado además un amplio muestrario de Manuel Ángeles Ortiz.

El Museo Julio Romero de Torres es un museo situado en la ciudad de Córdoba, (España), que destaca por contener la mayor colección del célebre pintor cordobés Julio Romero de Torres. Está situado en el edificio del antiguo Hospital de la Caridad, que también alberga al Museo de Bellas Artes de Córdoba.​ El museo está declarado Bien de interés cultural en la categoría de monumento desde el año 1962.

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Tras la muerte de Julio Romero de Torres, el 10 de mayo de 1930, Francisca Pellicer, viuda del pintor, y sus hijos, Rafael, Amalia y María, decidieron la creación de un museo dedicado a la memoria del artista cordobés y lo legaron a la ciudad de Córdoba. De esta manera, el 23 de noviembre de 1931 se creó el museo. Fue inaugurado por el presidente de la república, Niceto Alcalá Zamora. En 1934 se compró la casa colindante. El actual museo fue inaugurado el 24 de mayo de 1936. La última remodelación data de 1992, para la instalación de sistemas de iluminación y seguridad, así como para la renovación de parte de las estructuras del museo.

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La Orden de 7 de julio de 1997 acuerda la inscripción de este museo en el Registro de Museos de Andalucía (BOJA 91 de 7 de agosto de 1997).

La Resolución de 25 de febrero de 1998 de la Dirección General de Instituciones del Patrimonio Histórico hace pública la relación de los museos inscritos y anotados preventivamente en el Registro de Museos de Andalucía, entre los que se encuentra este (BOJA 38 de 4 de abril de 1998).

Con la Resolución de 19 de diciembre de 2001 se le concede una subvención de 1.200.000 ptas (7.212,15 €). (BOJA 20 de 16 de febrero de 2002).

En junio de 2005 el museo cerró sus puertas para su reforma, así como para realizar la restauración del Hospital de la Caridad, al cual pertenecía el edificio en el que el museo se encuentra.5​ El 24 de enero de 2012 el museo reabrió sus puertas,​ y en sus primeros cinco días recibió casi 5.000 visitantes.

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                                                           Salas

Sala I
Julio Romero de Torres participó de la corriente francesa del cartel como medio de comunicación publicitaria y realizó una serie de obras en las que se integra en la nueva tendencia.
En Córdoba pintó el de la Feria del ganado de 1897 y Ferias y Fiestas de 1902 y los de la Feria de Nuestra Señora de la Salud de los años de 1905, 1912, 1913 y 1916. Las bodegas de Cruz-Conde le encargaron el anuncio de sus vinos y las populares etiquetas de Anís «La Cordobesa».

En Madrid realizó el de la corrida patriótica de 1921 en beneficio de las víctimas del desastre de Annual y para la Unión Española de Explosivos de Riotinto, cuatro carteles calendarios de los años 1924, 1925, 1929 y el publicado en 1931.

El museo conserva originales en lienzo en los que el artista ha sabido conjugar las influencias modernistas con los aires de su tierra. Completan esta sala vestíbulo del Museo varias vitrinas con publicaciones, manuscritos y billetes dedicados al pintor.

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Sala II
El escenario vital que rodeó al pintor está presente en esta sala, dedicada a su recuerdo. Contiene reproducciones fotográficas de sus padres y hermanos, de la casa familiar de Córdoba, del estudio del pintor en Madrid y de los éxitos obtenidos en 1922 en Argentina en la Galería Witcomb de Buenos Aires.
Mobiliario que le acompañó toda su vida; bargueños, cerámica, utensilios de cobre que fueron motivos frecuentes en sus lienzos. Su guitarra, capa y sombrero se pueden admirar en las vitrinas, la reproducción de su mano, paleta y pinceles y la emisión de sellos en homenaje a su figura, nos introducen en el mundo de este creador.

Obras de sus comienzos representativas de los contenidos sociales que marcaron sus primeros pasos en la pintura; ¡Mira qué bonita era!, premiada con la Mención Honorífica en la Exposición Nacional de 1895 y Horas de Angustia, un dibujo de grandes dimensiones y la última obra inacabada que dejó el artista en el caballete, un retrato de María Teresa López con hábito de monja, nos ambientan en su escenario vivencial.

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Sala III
Esta sala está dedicada a la mujer. Reúne gran parte de los lienzos más emblemáticos de su trayectoria realizados en los últimos años de su vida: La Chiquita Piconera, testamento pictórico del pintor, Viva el pelo, La Copla.

En el conjunto predomina el desnudo femenino, protagonista de una serie de obras en las que el pintor despliega su imaginación para desarrollar argumentos basados en el principal soporte escénico de su producción: La mujer. En la Ribera, La nieta de la Trini, Ofrenda al arte torero, Naranjas y Limones y Contrariedad.

Completan la sala los retratos de la actriz Marichu Begoña, representada como Diana cazadora con el galgo Pacheco, inseparable del pintor, y de la artista sevillana Conchita Triana; los estudios de expresión que le hizo a su última modelo en Córdoba, María Teresa López, en Bendición, La niña de la Jarra, Carmen, Ángeles y Mujer de Córdoba, unido al busto en bronce sobre Julio Romero realizado por Mariano Benlliure en 1931.

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Sala IV
Romero de Torres fue esencialmente retratista. Llevó a sus lienzos a personajes del mundo de la política, de la literatura, de la sociedad; realizó más de quinientas representaciones. Están presentes en el museo los ministros cordobeses de Justicia y de la Guerra, Antonio Barroso y Castillo y Diego Muñoz-Cobos y Serrano, la diputada socialista Margarita Nelken, el escritor de Iznájar Cristóbal de Castro y el poeta sevillano Joaquín Alcaide Zafra.

Innumerables fueron los encargos que recibió de damas de la alta sociedad: Concepción Ruíz Frías, esposa del ministro Natalio Rivas Santiago, María Aguilar o la condesa de Colomera, vestida de reina de los Juegos Florales de 1930, retrato inacabado de Magdalena Muñoz-Cobos.

Elena Pardo, una de las modelos preferidas, es protagonista de dos estudios, Mary Luz y Marta, que forman parte del grupo que el pintor denominó Chiquitas buenas.

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Sala V
La obra mística de Julio Romero, simbiosis de religiosidad y paganismo, está reunida en esta sala en una serie de lienzos influidos por los pintores barrocos del siglo XVII Antonio del Castillo y Valdés Leal.

Su particular interpretación de los pasajes evangélicos y bíblicos adquiere una profana sensualidad que da origen a sus personales interpretaciones de la Magdalena, Salomé o El Arcángel San Rafael.

La Virgen de los Faroles fue encargo del Ayuntamiento; durante años estuvo situada en un altar en el muro norte de la Mezquita Catedral hasta que se trasladó al Museo por seguridad. Otros exponentes de esta temática, tan ajena a la producción del pintor, son Muerte de Santa Inés, lienzo adaptado a un frontal del altar con escenas en miniatura sobre la vida y el martirio de la santa, de la que nunca quiso desprenderse al ser el cuadro predilecto de su madre; Cabeza de Santa, Samaritana y Amor místico.

La sala acoge una de las obras cumbres, El poema de Córdoba, políptico formado por siete lienzos en los que rinde homenaje a las sucesivas culturas de nuestra ciudad y que centra San Rafael. significando así su admiración por el custodio de Córdoba.

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Sala VI
Contiene las grandes composiciones: Nuestra señora de Andalucía, personificación del baile, del cante y el flamenco divinizados en la mujer andaluza; El Pecado, considerado como uno de los mejores desnudos de la pintura del siglo XX.

La gran afición que tenía el pintor por el flamenco le impulsa a llevar a sus cuadros temas de este género: Alegrías, escena alegórica del baile captada de forma majestuosa, y Cante Hondo, representación del cúmulo de símbolos que encierra, donde el amor, la pasión y la muerte se hacen realidad plástica.

En Nocturno refleja con maestría la cruda realidad de la marginalidad. Los sublimes retratos de Ysolina Gallego, mujer del pintor vasco Zubiaurre, y de Socorro Miranda como Flor de Santidad. El enigma que encierra Ángeles y Fuensanta y la Sibila de la Alpujarra es parte de las múltiples temáticas que ofrece la pintura de Romero de Torres.

El Museo de Navarra es una institución del Gobierno de Navarra que fue fundada en 1956. Se encuentra ubicado en la calle Cuesta de Santo Domingo s/n del Casco Antiguo de Pamplona (Comunidad Foral de Navarra). Su fachada y capilla datan del siglo XVI.

Se encuentra ubicado en el lugar del antiguo hospital de Nuestra Señora de la Misericordia fundado en el siglo XVI, del que sólo se conserva la portada principal y el interior de la capilla.

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El frontis es de 1556 de Juan de Villarreal y Martín de Azcárate y es la única muestra de arquitectura civil renacentista de Pamplona. Es una interpretación del arco de triunfo clásico con una rico repertorio ornamental vinculado al plateresco.

La entrada lateral, a la capilla, tiene una fachada en forma de retablo del siglo XVII procedente de una iglesia, que estaba situada en la calle Mayor, enfrente de la iglesia de Santiago, de Puente la Reina. La capilla, que hoy forma parte del museo y se utiliza en la actualidad como auditorio, es obra de Juan de Ancheta y fue realizada entre 1547 y 1550, de estilo gótico-renacentista.

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En 1932 el hospital fue desalojado por traslado al Hospital de Navarra, y, en 1952, se realizó una reforma para transformarlo en museo, realizada por José Yarnoz Larrosa, en la que no se mantuvo prácticamente nada de la fábrica renacentista.

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En 1986 los arquitectos Jordi Garcés y Enric Soria realizaron una remodelación para modernizar y reorganizar el museo. En esta reorganización se exponen sólo las piezas más importantes consiguiendo más espacio para su contemplación. Se buscó dotarlo de carácter público, incorporando un salón de actos, sala de exposiciones temporales y otros servicios. Se ordenó la colección de forma cronológica, con los objetos prehistóricos en una nueva sala ubicada bajo el jardín, los mosaicos romanos en zonas de la planta baja y el resto en cuatro plantas.

La portada renacentista se destaca como una pieza más del museo, recortándola sobre un muro ciego.

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Contenido

Las piezas proceden de las recopilaciones realizadas por la Comisión de Monumentos Históricos y Artísticos de Navarra, que data de 1860, y el posterior seguimiento, en 1940, de la Institución Príncipe de Viana perteneciente al Gobierno de Navarra para proteger, restaurar e investigar el patrimonio artístico y arqueológico de Navarra. Tiene los artefactos de Roman y una pintura de Goya.

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Piezas destacadas

El Museo del Prado, oficialmente Museo Nacional del Prado, es uno de los más sobresalientes del mundo,​ y también figura entre los más visitados (el decimotercero en 2022 entre los dedicados al arte).​ Con sede en Madrid, España, está asimismo considerado como la institución cultural más importante del país, según el Observatorio de la Cultura de 2023, estudio realizado entre varios centenares de profesionales del sector.

Singularmente rico en cuadros de maestros españoles y de varias escuelas pictóricas del resto de Europa entre los siglos XV y XVIII, y españoles del XIX, según manifestó el historiador del arte e hispanista Jonathan Brown «pocos se atreverían a poner en duda que es el museo más importante del mundo en pintura europea».​ Su principal atractivo radica en la amplia presencia de Velázquez, el Greco, Goya (el artista más extensamente representado en el museo).​

Tiziano, Rubens y el Bosco, de los que posee las mejores y más extensas colecciones que existen a nivel mundial,12​13​ a lo que hay que sumar destacados conjuntos de autores tan importantes como Murillo, Ribera, Zurbarán, Paret, Fra Angelico, Rafael, Veronese, Tintoretto, Durero, Patinir, Antonio Moro, Van Dyck o Poussin, por citar solo algunos de los más relevantes.

Alfonso E. Pérez Sánchez, antiguo director de la institución, afirmaba que «representa a los ojos del mundo lo más significativo de nuestra cultura y lo más brillante y perdurable de nuestra historia».

El inventario de bienes artísticos comprendía, a febrero de 2017, más de 35 000 objetos, desglosados en 8045 pinturas, 9561 dibujos, 5973 estampas y 34 matrices de estampación, 971 esculturas (además de 154 fragmentos), 1189 piezas de artes decorativas, 38 armas y armaduras, 2155 medallas y monedas, por encima de 15 000 fotografías, 4 libros y 155 mapas.

Por endémicas limitaciones de espacio, el museo exhibía una selección de obras de máxima calidad (unas 900), por lo que era definido como «la mayor concentración de obras maestras por metro cuadrado». Con la ampliación de Rafael Moneo, inaugurada en 2007, se previó que la selección expuesta crecería en un 50 %, con unas 450 obras más.​
Además, en 2018 se reabrieron las salas del ático norte, tras lo cual el total de piezas expuestas ronda las 1700,18​ y cuando se rehabilite el edificio del Salón de Reinos se colgarán en él entre 250 y 300 pinturas más.

Al igual que otros grandes museos europeos, como el Louvre de París y los Uffizi de Florencia, el Prado debe su origen a la afición coleccionista de las dinastías gobernantes a lo largo de varios siglos. Refleja los gustos personales de los reyes españoles y su red de alianzas y sus enemistades políticas, por lo que es una colección asimétrica; algunos artistas y estilos tienen un repertorio insuperable, y por el contrario otros se hallan representados nula o escasamente. Solo desde el siglo xx se procura, con resultados desiguales, solventar algunas ausencias.

El Prado no es un museo enciclopédico al estilo del Museo del Louvre, el Hermitage, el Metropolitan, la National Gallery de Londres, o incluso (a una escala mucho más reducida) el vecino Museo Thyssen-Bornemisza, que tienen obras de prácticamente todas las escuelas y épocas. Por el contrario, es una colección intensa y distinguida, formada esencialmente por unos pocos reyes aficionados al arte, donde muchas obras fueron creadas por encargo. El fondo procedente de la Colección Real se ha ido complementando con aportaciones posteriores, que apenas han modificado su perfil inicial, puesto que, a diferencia de lo habitual en las pinacotecas nacionales de otros países, los esfuerzos, más que a completar las faltas, han ido dirigidos a reforzar el núcleo esencial.

Muchos expertos la consideran una colección «de pintores admirados por pintores», enseñanza inagotable para nuevas generaciones de artistas, desde Manet, Mary Cassatt, Renoir, Toulouse-Lautrec y Degas, que visitaron el museo en el siglo xix, hasta Picasso, Matisse, Dalí, Edward Hopper, Francis Bacon, David Hockney y Antonio Saura, quien decía: «Este museo no es el más extenso, pero sí el más intenso».

Las escuelas pictóricas de España, Flandes e Italia (sobre todo Venecia) ostentan el protagonismo en el Prado, seguidas por el fondo francés, más limitado si bien con buenos ejemplos de Georges de La Tour, Nicolas Poussin y Claudio de Lorena. La pintura alemana cuenta con un repertorio discontinuo, con cuatro obras maestras de Durero y múltiples retratos de Mengs como principales tesoros. Junto al breve repertorio de pintura británica, circunscrito casi al género del retrato, hay que mencionar la pintura neerlandesa, una sección no demasiado amplia pero que incluye a Rembrandt.

Aunque sean aspectos menos conocidos, el museo cuenta también con una importante sección de artes decorativas (que incluye el Tesoro del Delfín) y con una colección de esculturas, en la que destacan las greco-romanas.

Junto con el Museo Thyssen-Bornemisza y el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, el Museo Nacional del Prado forma el llamado Triángulo del Arte, meca de numerosos turistas de todo el mundo. Esta área se enriquece con otras instituciones cercanas: el Museo Arqueológico Nacional, el Museo Nacional de Artes Decorativas, la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y otros pequeños museos.

El Prado es gobernado por un director (actualmente Miguel Falomir, en el cargo desde el año 2017), asistido por el Real Patronato del Museo. Su funcionamiento se rige por la Ley 46/2003, de 25 de noviembre, reguladora del Museo Nacional del Prado.

El Museo de Bellas Artes de Sevilla fue fundado como "museo de pinturas", por Real Decreto de 16 de septiembre de 1835, con las obras procedentes de conventos y monasterios desamortizados por el gobierno liberal de Mendizábal. Se sitúa en la plaza del mismo nombre, ocupando el antiguo Convento de la Merced Calzada, fundado en unos  terrenos cedidos por Fernando III tras conquistar Sevilla.

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El edificio que hoy contemplamos debe su organización general a las transformaciones realizadas en las primeras décadas del siglo XVII gracias al impulso de Fray Alonso de Monroy, general de la Orden desde 1602. El arquitecto y escultor Juan de Oviedo y de la Bandera presentó en 1603 las trazas e instrucciones para la construcción, que se inició con el derribo del antiguo edificio mudéjar. En 1612 se concluyó el templo y casi medio siglo después el resto de la fábrica, configurándose así una de las más bellas muestras del manierismo andaluz.

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Desde su fundación como museo, el edificio ha experimentado tres grandes intervenciones. La primera, entre 1868 y 1898, con la restauración de las arquerías y muros del primer piso, solado de los claustros y su alicatado con azulejos procedentes de conventos desamortizados. La segunda, entre 1942 y 1945, con la apertura del Patio de las Conchas en el espacio de la antigua sacristía y el traslado de la fachada principal de la antigua portada barroca a la calle Bailén. La tercera, iniciada en 1987 y culminada en 1993, se desarrolló en varias fases con el objetivo de lograr una rehabilitación total del edificio y su adecuación a las múltiples exigencias de la moderna museografía.

 

Claustro del Aljibe 

De planta ligeramente trapezoidal, cuenta con tres niveles con galerías de arcos de medio punto que alternan espacios cerrados y abiertos  Estaba dedicado esencialmente a la vida doméstica ya que en él estaban situados los lugares de habitación y vivienda de los religiosos. En el centro hay un aljibe que recogía el agua de lluvia para suministro del convento.

Actualmente está decorado con azulejería procedente de conventos exclaustrados.  Destaca la Virgen del Rosario de Cristóbal de Augusta, en la que María protege bajo su manto a varios santos, según modelo iconográfico gótico de la Virgen como protectora que, más tarde, adoptará Zurbarán en la Virgen de las Cuevas expuesta en la sala X.

 

Claustro de los Bojes

Representa una elaboración más esmerada que el Claustro del Aljibe ya que fue antesala del refectorio, actual sala II. Ofrece un variado repertorio ornamental. Los entrepaños de la segunda planta tenían decoración pictórica, hoy desaparecida.

Podemos admirar en él la Portada de la capilla del Castillo-palacio de la Calahorra (Granada), realizada en lenguaje renacentista por Egidio de Grandia.  También, el Frontal de altar cerámico dedicado a las santas Justa y Rufina, realizado por Hernando de Valladares hacia 1600, y el panel de la Inmaculada Concepción y monjas de la Orden Mercedaria, concebido como un cuadro.


Claustro Mayor

Resulta el claustro más majestuoso de todos. Fue trazado por el arquitecto Juan de Oviedo siguiendo modelos italianos, como así lo atestigua la doble columna sobre plinto elevado de su planta inferior.
En 1724 Leonardo de Figueroa transformó su planta superior, que queda con una balconada entre pilastras gemelas de orden jónico y entablamento continuo.

Estaba decorado con el ciclo pictórico encargado a Francisco Pacheco y Alonso Vázquez en el que se narraba, de manera didáctica, la historia de la Orden Mercedaria. De esta amplia serie, cuatro cuadros, dos de cada pintor, se exponen, afortunadamente, en la sala III del Museo. 


Escalera imperial

Constituye, junto a los tres patios y la iglesia, el núcleo de la construcción.

Su situación centrada, lejos del área de acceso del edificio, pone de manifiesto su finalidad de uso íntimo y privado en la vida cotidiana del convento. Con doble arranque en sus dos tramos, la escalera consta de dos cuerpos coronados por una cúpula octogonal sobre trompas. Estaba ricamente decorada con un interesante programa iconográfico mariano, hoy prácticamente desaparecido.

La acertada composición de esta escalera y su belleza plástica la convirtieron en el origen de un modelo que alcanzó gran difusión en Iberoamérica.

 

Iglesia

La iglesia es un ejemplo de sobriedad arquitectónica, de planta de cruz latina formada por una nave y un crucero. De su antiguo esplendor, consistente en el coro a los pies y ricos retablos, desafortunadamente desaparecidos, solo se conserva la decoración pictórica  de las bóvedas,  cúpula, entablamentos y pilastras, realizada en el siglo XVIII por Domingo Martínez. Su iconografía muestra una fastuosa exaltación de la orden mercedaria en relación con su misión principal: la liberación de cautivos. Esta intención se advierte también en la presencia alegórica en la cúpula de jueces y reyes del Antiguo Testamento, liberadores del pueblo de Israel.

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Actualmente es la sala más emblemática del museo pues acoge los grandes cuadros de altar de los más importantes pintores del barroco sevillano como Herrera el Viejo, Roelas, Zurbarán, y las pinturas que Murillo realizó para el Convento de Capuchinos de Sevilla. - Fuente:  https://www.museosdeandalucia.es/web/museodebellasartesdesevilla/historia

El museo de la Alhambra (anteriormente llamado Museo Nacional de Arte Hispanomusulmán) se encuentra en la ciudad de Granada, ubicado en el ala sur de la planta baja del palacio de Carlos V en la Alhambra. Alberga objetos, enseres, libros y restos arquitectónicos del arte hispanomusulmán datados desde mediados del siglo VIII hasta los últimos años de la cultura nazarí, fruto de excavaciones hechas en la propia ciudad de Granada y de donaciones de otros puntos. Consta de siete salas donde los objetos se distribuyen de forma temática y cronológica.

El museo arqueológico de la Alhambra se creó en 1940, en 1962 pasó a denominarse museo Nacional de Arte Hispanomusulmán, dependiente del Ministerio de Cultura, y desde 1994 está adscrito al Patronato de la Alhambra y el Generalife, con el nombre de museo de la Alhambra.

A mediados del siglo XIX se fueron recogiendo y catalogando diversas piezas que se encontraban dispersas en distintos lugares de la Alhambra, con la intención de crear un museo con una colección permanente. La Comisión Provincial de Monumentos, creada en 1870, realizó una exhaustiva clasificación de los fondos almacenados, bajo la dirección de Rafael Contreras.

Tres años más tarde ya estaba hecha la lista de los objetos que fueron depositados en lo que se llamó Museo de Antigüedades de la Alhambra, distribuidos entre las habitaciones de Carlos V y otras zonas de la Alhambra (Palacio de los Leones y Salón de Comares). El interés por este museo en ciernes se manifiesta en algunos decretos promulgados en los años 1905 y 1916 con el fin de normalizar y reglamentar la institución.

En 1962 este museo de arte árabe entró en la corporación de Museos Nacionales de España, con el nombre de Museo Nacional de Arte Hispanomusulmán, dependiente del Ministerio de Cultura; para entonces ya tenía fondos de los museos Arqueológico Provincial de Granada y Arqueológico de la Alhambra. En 1994 quedó incorporado al Patronato de la Alhambra y Generalife cambiando otra vez de nombre: Museo de la Alhambra.​ Fue entonces cuando se decidió situar la sede definitiva en el ala sur de la planta baja del palacio de Carlos V en la Alhambra.

El edificio
El museo se encuentra ubicado en el palacio de Carlos V, un edificio renacentista, mandado construir por el emperador con la intención de residir en él. El arquitecto fue Pedro Machuca que lo proyectó siguiendo las últimas novedades artísticas de Italia. Pero su construcción fue lenta y a su muerte en 1550, aún no se había concluido. Continuó su hijo, Luis Machuca, pero de nuevo se suspendieron las obras por la rebelión de los moriscos. Después de este paréntesis se renovaron en 1619 y se abandonaron en 1637, quedando sin cubrir aguas. El deterioro fue evidente hasta 1923 en que se inició un periodo de restauración con la idea de recuperar el palacio para emplearlo en museos y albergar el Patronato de la Alhambra y la Biblioteca de la Alhambra.

En la planta superior del mismo edificio se encuentra otro museo independiente, el museo de Bellas Artes de Granada.

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El museo
Las salas del museo están ordenadas cronológicamente y por temas. Muestran la colección de objetos hallados en excavaciones de la propia Alhambra y de la ciudad de Granada. Se fue ampliando con donaciones y adquisiciones.​ Se exhibe una gran variedad de temas: religiosos, científicos, ornamentales, domésticos y mobiliario. Hay objetos autóctonos de la península y otros procedentes de oriente.

Las salas son las siguientes:

Sala I: La fe, la ciencia y la economía. La sala I está dedicada a los temas de religión, ciencia y economía. Están expuestos dos ejemplares del Corán de cierto valor tanto artístico como histórico. En el campo de las ciencias puede verse un cuadrante solar horizontal que se utilizaba para calcular las horas. Hay una buena colección de monedas.

Sala II: Arte emiral y califal. La sala II está dedicada al tiempo transcurrido entre el Emirato y el Califato, siglos VIII al X. El Califato supuso el máximo esplendor del arte y de la cultura. Una de las piezas más relevantes de esta sala es una pila califal de abluciones en la que puede observarse una técnica muy avanzada.


Sala III: Del arte califal al nazarí. La sala III comprende el tiempo que transcurre desde el periodo califal al dominio nazarí, siglos X al XIII. Los objetos más distinguidos que se exhiben de este periodo son, la pila de abluciones de Almanzor, elementos varios de arquitectura y cerámica y piezas de bronce, como un brasero, un almirez y otros muchos de uso doméstico.

Sala IV: Arte nazarí. Edificios públicos. Todo lo que se expone pertenece al arte nazarí. Son objetos que provienen de edificios de la ciudad de Granada, de la misma época en que se construyó La Alhambra. Pueden verse gorroneras (en árabe «nayran») en madera labrada con adornos de mocárabes, de la Casa del Chapiz.​ En esta época el sultán nazarí era dueño de una serie de inmuebles de la ciudad destinados a la vida pública, como mezquitas, alhóndigas, madrazas, alcaicerías, hospitales. Precisamente se conserva en el museo la lápida fundacional (1365-1367) del hospital levantado al pie del Albaycín durante el reinado de Mohamed V. Es una pieza de mármol blanco con forma de arco de herradura. Del mismo edificio son dos leones que adornaban el patio central.

Sala V: Arte nazarí. La Alhambra y la arquitectura. La sala V está dedicada también al arte nazarí. En esta sala se exponen los objetos de arte, enseres, carpintería, cerámica y mobiliario procedentes del recinto de La Alhambra. Todo está realizado con técnicas muy perfeccionadas. Uno de los objetos más famoso es el llamado Jarrón de las Gacelas, obra maestra de la cerámica nazarí. En su panza muestra el dibujo de unos animales que podrían ser gacelas (de ahí su nombre). El resto tiene decoración vegetal y geométrica; la franja que rodea el jarrón tiene decoración epigráfica con los versos de un poema.

Sala VI: Arte nazarí. La Alhambra, cultura material. Esta sala está también dedicada al arte nazarí, en especial a La Alhambra. Aquí puede verse mobiliario, restos arquitectónicos, incluso lápidas sepulcrales. El objeto que más llama la atención es una réplica de la lámpara de Mohamed III compuesta por dos series de brazos de donde salen los vasos de cristal que proporcionan la iluminación. También puede verse la réplica de una vajilla del palacio y algunos otros instrumentos.

Sala VII: Arte nazarí. La Alhambra, cultura material. Es la continuación del arte nazarí, presentando la vida cotidiana en palacio. Hay una colección de juguetes que da idea de las preferencias de los niños de la época; pueden verse cacharritos a imitación de los ajuares empleados por los adultos, animalitos en miniatura y silbatos. Estos juguetes se solían regalar en la fiesta de Año nuevo musulmán o en otras festividades particulares. También se exhiben restos de paneles de yeso, algunos artesonados y alguna vajilla de diario de factura más rústica.

La Casa-Museo de Federico García Lorca, familiarmente conocida como huerta de San Vicente, fue la finca de veraneo de la familia García Lorca desde 1926 hasta 1936, poco después del asesinato de Federico durante las primeras semanas de la Guerra Civil. La casa y los huertos que le pertenecían se encuentran en el corazón del parque Federico García Lorca, inaugurado en 1995.

La finca parece que tiene su origen en la segunda mitad del siglo XIX y se le conocería como la Huerta de los Mudos. Más adelante, pasó a ser propiedad de Federico García Rodríguez, padre de Federico García Lorca, quien firmó la compra el 27 de mayo de 1925.

El padre del artista, en homenaje a su esposa Vicenta Lorca Romero, cambió el nombre de la finca al actual. La única modificación efectuada durante esa época fue la agregación a la planta baja de un cuerpo anejo que sirvió de amplio comedor y, encima de este y accesible desde la planta superior del edificio, se construyó una sencilla terraza.

Federico García Lorca escribió en este lugar, en su totalidad o parcialmente, algunas obras notables como Así que pasen cinco años (1931), Bodas de sangre (1932), Yerma (1934) o Diván del Tamarit (1931-1936). Entre algunas de las amistades del poeta que visitaron la zona se encuentran las siguientes personalidades: Manuel de Falla, Miguel Pizarro, Antonio Gallego Burín, Manuel Ángeles Ortiz, Eduardo Blanco Amor, Eduardo Rodríguez Valdivieso, etc. Además, el artista pasó en la finca los últimos días previos a su detención y posterior fusilamiento, antes de trasladarse a la casa de su amigo Luis Rosales.

Aquella casa y la huerta la recibimos, yo creo que con esa intención la compró mi padre, como un juguete, como una distracción, viniendo del gran campo abierto, de una vida verdaderamente rural. Aquello era otra cosa. Era un campo habitado, civilizado, hecho a la medida del ser humano. Parecía pensado para vivir gozando de una naturaleza domesticada, de refinamiento impensable hoy día. Isabel García Lorca

Tras la marcha de la familia a Estados Unidos en 1941 debido al triunfo del franquismo en España, la casa fue ocupada por una prima cercana y, más tarde, por la familia Correal Trescastro, aunque la propiedad continuó siendo de la familia García Lorca.

El 6 de abril de 1985 fue adquirida por el Ayuntamiento de Granada de manos de Isabel García Lorca para convertirla en casa museo del poeta Federico García Lorca. Tras una serie de remodelaciones, se inauguró el 10 de mayo de 1995 con el conjunto de bienes muebles, cuadros y enseres que había en la casa desde el momento en que pasó a titularidad pública. En septiembre de 2017 se cerró al público durante medio año para una serie de mejoras relacionadas con el acondicionamiento interior, la fachada, carpintería, iluminación y nuevos cerramientos de las ventanas, abriendo de nuevo en abril de 2018.

Museo
En 1995, los únicos documentos fiables que existían sobre la disposición de este conjunto mobiliario eran una serie de fotografías realizadas en el período 1926-1936, entre las que destaca la serie realizada en 1935 por el escritor Eduardo Blanco Amor, además de fotografías familiares tomadas a partir de 1918 en otros lugares donde habitó la familia García Lorca y en las que se recogen algunos de los muebles, obras de arte y objetos que hoy pueden verse en la Huerta de San Vicente. Estas fotografías permiten delimitar con precisión el calificativo de “originales”, aplicado a los muebles que la decoran: en ellas vemos el escritorio del poeta, el gramófono, el piano de media cola, el diván, las mecedoras y las sillas Thonet, la reproducción de La primavera de Botticelli, el espejo con marco art decó…, entre otros enseres de menor entidad.

Además de las fotografías, fueron de gran utilidad los testimonios de personas que vivieron en ella, en especial Isabel García Lorca y los sobrinos Vicenta y Manuel Fernández Montesinos. El resto de los muebles, así como los enseres (vajillas, cerámicas, y objetos domésticos como el perchero, el mantel, o campesinos como la quesera, etcétera) y otros documentos y obras de arte que hoy pueden verse en la Casa-Museo fueron, o bien parte del mobiliario de la Huerta en alguna de sus épocas entre 1926 y 1936, o bien pertenecieron en algún momento a la familia Lorca.

Para que el visitante pueda distinguir lo que hubo de lo que se muestra, se informa de las diferencias entre los distintos objetos (los documentados como originales, los pertenecientes a la familia García Lorca y los de época o ambiente) y su relación exacta con la casa en el período 1926-1936. El conjunto resulta sencillo y elegante, y comunica aspectos de la vida y la obra de Federico a partir de los espacios de su intimidad doméstica.

El Museo de Zaragoza es un museo de titularidad estatal y gestión transferida a la Comunidad Autónoma de Aragón,1​2​ ubicado desde 1908 en la Plaza de los Sitios de la ciudad de Zaragoza (Aragón)3​. Es el centro museístico más extenso y representativo de todo el territorio aragonés. Sus colecciones resumen la historia desde la Prehistoria hasta el siglo xx: Antigüedad, Alta Edad Media, Renacimiento, Gótico, Barroco, Goya y su época, siglos xix y xx. Esta amplia variedad se completa con las colecciones singulares de arte oriental, cerámica o etnología.

Aunque la institución ha recibido diferentes nombres a lo largo de su historia (Provincial, de Bellas Artes y Arqueología, palacio de museos...), actualmente se le conoce únicamente como «Museo de Zaragoza».

La extensa colección del Museo de Zaragoza se inicia en su nacimiento en 1836 con los fondos de la desamortización de Mendizábal y se ha ido incrementando por los diferentes canales legalmente establecidos: compras, donaciones, depósitos y de forma sobresaliente fruto de excavaciones y prospecciones arqueológicas.

Se trata del museo más antiguo de la capital aragonesa y la sede principal (que alberga las secciones de Arqueología y Bellas Artes) está ubicada en un edificio neorrenacentista construido para la Exposición Hispano-Francesa de 1908 por los arquitectos Ricardo Magdalena y Julio Bravo. Su diseño está inspirado en el Patio de la Infanta, de la que fue casa del rico comerciante y mecenas del renacimiento aragonés Gabriel Zaporta.

Otras dos sedes del museo en capital aragonesa son la Casa Pirenaica que acoge la sección de etología y la Casa de Albarracín que acoge la sección de cerámica. Ambas se encuentran ubicadas en Parque José Antonio Labordeta de la ciudad —que reproducen modelos típicos de la arquitectura popular de estas zonas— construidas por Alejandro Allanegui en 1956. Una última sección acoge los hallazgos del yacimiento arqueológico de Colonia Celsa y se encuentra situada en un edificio de arquitectura funcional de Velilla de Ebro.

1925. Testamento de Clotilde García del Castillo

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En su testamento de 1925, Clotilde García del Castillo legó la casa y las colecciones que le pertenecían alEspañolEstadopara la creación de un museo en memoria de su marido. La donación fue aceptada en 1931 mediante Real Orden, que definía la institución que se iba a crear como Fundación Filantrópico-educativa de carácter especial.

La Fundación está inscrita en el Registro de Fundaciones Culturales del Ministerio de Cultura con el número 5, de fecha 28/3/1931, y su objeto se define como :

 

"La conservación y exposición pública de las obras originales de D. Joaquín Sorolla, así como de todos los cuadros, objetos de arte, muebles, etc., de la casa situada en el número 37 del Paseo del General Martínez Campos, y cualesquiera otras obras que puedan ser adquirido en el futuro para museo".

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1932. Inauguración del Museo.

Ese mismo año, 1931, se constituyó el Patronato, del que formaban parte los tres hijos del artista, representantes de las principales instituciones españolas dedicadas a las bellas artes y el presidente de la Sociedad Hispánica de América. El presidente del Directorio era el Jefe de Estado y el Vicepresidente el Ministro de Educación Pública y Bellas Artes. La Junta elaboró ​​el primer Reglamento del Museo, que fue publicado por Decreto de 24 de marzo de 1932. El museo fue inaugurado en 1932, abriéndose al público la planta principal. El director del Museo fue Joaquín Sorolla y García, hijo del artista.

La Guerra Civil interrumpió el funcionamiento del Museo, y la Junta fue suspendida por decreto en1936. EnEn 1941 se reabrió sus puertas con un nuevo Patronato, presidido esta vez por el Director General de Bellas Artes.

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1973. Incorporación al Patronato Nacional de Museos

En 1973 (por Orden Ministerial de 26 de abril) se volvió a cambiar la Junta, aunque el presidente siguió siendo el Director General de Bellas Artes y la familia siguió siendo miembro de la Junta; el Museo fue incorporado (mediante MO del 27 de abril) al ahora desaparecido Patronato de Museos Nacionales. Este movimiento marcó el punto de partida de una mayor profesionalización del Museo, que en adelante estuvo dirigido por un conservador-director adscrito al cuerpo de conservadores del museo.

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1993. Incorporación al Sistema Español de Museos

El cambio definitivo en el régimen jurídico de la Fundación y Museo se produjo en 1993 con la aplicación del Real Decreto 1386/1993, de 30 de julio. El artículo 2 del citado Decreto establece que “el Museo Sorolla, como museo de titularidad estatal dependiente del Departamento de Museos Estatales de la Dirección General de Bellas Artes y Archivo del Ministerio de Cultura, se regirá por el Reglamento de Museos Estatales Museos de propiedad propia y del Sistema Español de Museos aprobado por el Real Decreto 620/1987, de 10 de abril.” El mismo artículo derogó el anterior Reglamento del Museo (1932).

Desde entonces, el Museo Sorolla es un museo de titularidad estatal gestionado directamente por el Ministerio de Cultura (actualmente Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).

La Fundación Museo Sorolla sigue funcionando y colaborando estrechamente con el Museo. - Fuente: https://www.cultura.gob.es/msorolla/en/el-museo/mision.html

El Museo Cerralbo es un museo nacional español con sede en Madrid (España) y que alberga la antigua colección privada de obras de arte, objetos arqueológicos y demás antigüedades reunida por Enrique de Aguilera y Gamboa (1845-1922), XVII marqués de Cerralbo, quien ejerció la política, pero, sobre todo, es recordado por su faceta como historiador y promotor de diversas excavaciones arqueológicas.

El Cerralbo se considera un «museo de ambiente», es decir, presenta la singularidad de ser uno de los escasos palacios decimonónicos madrileños que todavía conserva su decoración original.

El marqués falleció en 1922 y, en su testamento, legó la gran mayoría de sus piezas de arqueología al Museo Arqueológico Nacional y al Museo Nacional de Ciencias Naturales,3​ así como el resto de su colección y el palacio que la custodia —construido entre 1883 y 1893 por Alejandro Sureda, Luis Cabello Asó y Luis Cabello Lapiedra, sucesivamente—,4​ al Estado, que aceptó el legado testamentario por real orden de 10 de abril y 24 de septiembre de 1924.
Diez años después, se constituyó la Fundación Museo Cerralbo (O. M. de 22 de marzo de 1934).5​ En su interior, se conservan más de 50000 objetos, entre antigüedades, esculturas, mobiliario, diversas artes decorativas, dibujos y grabados o pinturas, donde sobresalen grandes nombres como El Greco, Zurbarán, Bronzino, Tintoretto o Van Dyck.

El edificio, inaugurado como museo en 1944 y declarado Monumento Histórico Artístico y Bien de Interés Cultural en 1962, ha sido sometido a diversas obras de ampliación y mejora; la última de ellas fue desde el verano de 2006 hasta diciembre de 2010, permaneciendo cerrado cuatro años para su total modernización. En 2017, el Museo Cerralbo recibió un total de 136 098 visitas.

El museo es de titularidad estatal y de gestión directa del Ministerio de Cultura y Deporte. Orgánicamente depende de la Dirección General de Bellas Artes, concretamente de la Subdirección General de Museos Estatales.

Historia
El Museo Cerralbo custodia la colección que formó Enrique de Aguilera y Gamboa, marqués de Cerralbo, en su propio palacio, el cual cumpliría la función de residencia donde disponer las colecciones que integrarían el futuro museo. Tanto el palacio como la propia colección fueron donados al Estado español en 1924, quien aceptó el legado testamentario, por Reales Órdenes, el 10 de abril y 24 de septiembre de ese año. La mayor parte de su colección fue reunida en los viajes del marqués y su familia por Europa; así, por ejemplo, la mayoría de pinturas, esculturas y dibujos de la colección proceden de una sola casa de subastas, el Hôtel Drouot de París.
A la formación de su colección contribuyeron notablemente su esposa, doña Inocencia Serrano y Cerver, y sus hijos, don Antonio y doña Amelia del Valle y Serrano, marqueses de Villa-Huerta.6​

Salón de baile.
El palacio, sede del museo y antigua vivienda del marqués, fue construido entre 1883 y 1893 por los arquitectos Alejandro Sureda, Luis Cabello y Asó y Luis Cabello Lapiedra, según las directrices del marqués de Cerralbo y que alterna, sucesivamente, corrientes clasicistas, eclecticistas y movimientos «neo» de la época. El jardín, basado en bocetos del propio marqués, evoca los jardines románticos de estilo inglés.

En 1944 abrió como museo. Previamente, fue ampliado y sometido a obras de adecuación a los nuevos usos, trabajos de los que fue responsable el arquitecto Guillermo Diz Flórez. Nuevamente, en 1964, experimentó una intervención, a cargo del arquitecto Fernando Chueca Goitia, y ya, entre 2006 y 2010, el edificio fue sometido a nuevas obras de modernización, para adecuar sus instalaciones a las normas del siglo xxi.​

El Museo del Romanticismo es un museo español, de titularidad estatal, situado en Madrid. Conserva una importante colección de objetos históricos y artísticos centrada en la vida cotidiana y las costumbres del siglo xix, con especial atención a la corriente estética del Romanticismo.

En un primer momento el museo fue conocido con el nombre de Museo Romántico, pero tras la reforma que concluyó en 2009 se adoptó el nombre actual. La sede se encuentra en la calle de San Mateo, en el barrio de Justicia (distrito Centro), ocupando el antiguo palacio del marqués de Matallana, edificio de trazas clasicistas de Manuel Rodríguez García, quien se encargó de su construcción en 1776.

Es un Museo Nacional de España adscrito al Ministerio de Cultura y Deporte, es de gestión exclusiva de la Dirección General de Bellas Artes y Patrimonio Cultural.

Historia
Los orígenes del Museo están ligados a la figura de Benigno de la Vega-Inclán, II marqués de la Vega-Inclán, filántropo y mecenas que quiso dar a conocer el patrimonio correspondiente al periodo que delimitó entre 1808 y 1860, y fundador asimismo del Museo del Greco de Toledo y del Museo Casa de Cervantes de Valladolid. En 1911 fue elegido por Alfonso XIII como Comisario Regio de Turismo y su labor se centró en el fomento del turismo en España y en la protección y promoción del patrimonio histórico. En este contexto destacó la fundación de la Casa de Cervantes en Valladolid, el Museo del Greco en Toledo y el Museo Romántico en Madrid.​

En otoño de 1921 se organizó una exposición en la sede de la Sociedad Española de Amigos del Arte, donde, distribuidos en tres salas y en un montaje dirigido por Pedro Muguruza, se expusieron 86 cuadros y algunos muebles, todo ello propiedad del marqués que donó al Estado español. Fruto de la exposición nació el libro Tres salas del Museo Romántico (1921), de Vegue y Goldoni y Sánchez Cantón, en el que estudian la pintura y pintores de la colección Vega-Inclán.

El marqués, en el prólogo de dicho libro, muestra su intención de crear un Museo Romántico, abarcando el periodo que transcurre entre la Guerra de la Independencia (1808) y la de África (1860),8​ para tratar de preservar la memoria del Romanticismo español, una etapa de grandes logros literarios y artísticos a nivel nacional, y sugiere como sede el antiguo Hospicio.

En diciembre de 1922 José Ortega y Gasset pronunció una conferencia titulada Para un Museo Romántico, en la que explicaba las aspiraciones del marqués y sugería el antiguo Hospicio como sede para el Museo en Madrid, así como su importancia como símbolo de una generación.9​

En enero de 1923 el Ministerio de Instrucción Pública mostró su disposición de instalar el Museo en el antiguo Hospicio pero la Diputación Provincial de Madrid no permitió la cesión por ser de su propiedad.10​ En julio del mismo año, el marqués alquiló a Francisco de Paula Fernández de Córdoba y Fernández, conde de la Puebla del Maestre, la casa situada entre las calles San Mateo y Beneficencia. En 1924 ordenó acondicionar algunas zonas del edificio y el 1 de junio nacía el Museo Romántico, con 86 cuadros y los muebles de la colección del marqués, junto a otras donaciones.

En 1927 el Estado compró el edificio como sede permanente del museo y en 1931 se creó el Patronato de las Fundaciones Vega-Inclán. Tras el fallecimiento del marqués, en enero de 1942, sus bienes fueron legados al Estado y dos años después se llevó a cabo la primera reforma del Museo. En mayo de 1945 volvió a abrir al público, con Mariano Rodríguez de Rivas como director. Este fue su verdadero impulsor, siendo su mandato uno de los más fecundos en la historia del Museo.

Creó una biblioteca romántica y un salón de actos que sirvió, junto al jardín y a los patios, para acoger diversas actividades como conciertos, recitales poéticos, exposiciones temporales y conferencias. También fueron destacadas las fiestas y reuniones que se organizaban, a las que acudía lo más selecto de la sociedad madrileña.
Entre ellas tuvo especial repercusión la celebrada el 11 de mayo de 1949, en honor de Ramón Gómez de la Serna, a la cual los asistentes acudieron ataviados con trajes de época. En 1958 accedió a la dirección Elena Gómez-Moreno, hija de Manuel Gómez-Moreno. Se ejecutaron nuevas reformas y continuó las labores de difusión de su predecesor con distintos actos como sesiones musicales, conferencias, recitales y exposiciones.​

En 1959 se realizó un nuevo inventario, que sustituyó al de 1949, y se dio un gran impulso a las publicaciones, promoviendo varios estudios sobre el Museo y el Romanticismo.

En 1987 accedió una nueva directora, Rosa Donoso Guerrero, con quien se llevan a cabo dos nuevas reformas, en 1990 y en 1997, de la mano del arquitecto Ignacio Gárate.15​ Se organizaron exposiciones temporales, todas ellas acompañadas de ciclos de conferencias y catálogo.

En 1994 nació la Asociación de Amigos del Museo Romántico, cuyos antecedentes se retraen a 1961 con la asociación Amigos del Museo Romántico, con el objetivo de promover actividades y apoyar al Museo. A partir de 1997, con Begoña Torres González en la dirección, siguieron los actos de difusión con conferencias, exposiciones y conciertos.16​

El museo se concibió no como una mera exposición de objetos, sino con la intención de que mediante la recreación del ambiente, el visitante se sintiera transportado a la época romántica, llegando a adquirir gran renombre precisamente por la fidelidad, exactitud y autenticidad con que presentaba ese ambiente decimonónico, y por su carácter íntimo y recoleto, alejado del concepto de museo-espectáculo de masas que se puso de moda a finales del siglo xx.

En 2001, el Museo cerró al público con motivo de una nueva reforma en el edificio,​ toda vez que sus instalaciones demandaban mejoras acordes con los criterios museográficos propios del siglo xxi. Esta reforma incluyó una rehabilitación total del inmueble, la reordenación de las salas y del discurso expositivo con un objetivo educativo y didáctico, procurando mantener el espíritu de casa-museo que le era tan propio, y la creación de servicios básicos para el visitante.
Su reapertura tuvo lugar en 2009, bajo la denominación de Museo del Romanticismo, y desde entonces ha continuado la labor de difusión a través de un intenso programa de actividades.18​

En 2010 accedió a la dirección Asunción Cardona Suanzes. Desde ese año las tareas de difusión se han visto incrementadas gracias a la labor llevada a cabo a través de las redes sociales, en las cuales el Museo sobresale especialmente.

En 2021 se designó como Directora del Museo a Carolina Miguel Arroyo,20​ miembro del Cuerpo Facultativo de Conservadores de Museos desde 2009.

Sede
El Museo se ubica en el antiguo palacio del marqués de Matallana, un edificio neoclásico situado entre las calles San Mateo y Beneficencia, en el barrio de Justicia, distrito Centro, en Madrid. Su arquitecto fue Manuel Martín Rodríguez según la identificación hecha a mediados del siglo xx por el marqués de Saltillo, pero en realidad su autoría hay que atribuírsela a Manuel Rodríguez García, primo hermano del también arquitecto Ventura Rodríguez.​

Su construcción se inició en 1776, finalizándose entre 1777 y 1779.​ Es un ejemplo representativo de vivienda noble del Antiguo Régimen en la capital madrileña, presentando elementos muy comunes a este tipo de edificios, como el amplio portón de entrada formado por sillares de granito, ventanales con balcón de forja en el piso noble, o la techumbre abuhardillada.
El arquitecto mantuvo algunos recuerdos barrocos en la composición de la fachada, con marcos ligeramente quebrados en el primer piso; predominan, sin embargo, la severidad y simetría propias del Neoclasicismo que triunfaba en esa época.

El solar, anteriormente, había pertenecido al monasterio de San Martín en el siglo xvi, a José Sibari y Juan de Echazu en el siglo xvii, hasta que fue adquirido por el marqués de Matallana, Rodrigo de Torres y Morales. El proyecto inicial presentaba un edificio de dos plantas, con un planteamiento simétrico en sus dos fachadas, aunque finalmente solo se construyó una planta baja y un primer piso, tal y como permanece actualmente.24​ Presenta escasa decoración, que se limita a las molduras que rodean los vanos, y la distribución interior se organizó en torno a tres patios.

Desde principios del siglo xix, sus dueños fueron los condes de la Puebla del Maestre, quienes incrementaron la ornamentación de la fachada, con un aspecto más palaciego, siendo el que todavía se conserva. Entre otros detalles añadieron su escudo nobiliario —mantelado de Pacheco, partido de Códova y el mantel de Cárdenas con collar de Carlos III— y repisas y molduras en la parte superior e inferior de los balcones.​
De la relación de condes, el más trascendente para la historia del Museo es Francisco de Paula Fernández de Córdoba y Fernández, quien en 1923 arrendó la casa a la Comisaría Regia del Turismo y en 1927 la vendió al Estado.

En 1870-72 el Instituto Geográfico Nacional levantó un parcelario de Madrid, gracias al cual conocemos el estado de la casa a finales del siglo xix. Su ordenamiento interior era prácticamente el mismo que se conserva hoy, salvo pequeñas diferencias; así, la simetría inicial de la fachada trasera había desaparecido y en la planta baja existían tres estancias y una escalera ya desaparecidas.

En 1923 la casa fue alquilada por el marqués de la Vega-Inclán, quien acondicionó la parte principal del edificio para su nuevo destino como sede de la Comisaría Regia de Turismo y al año siguiente alojó en ella su colección, creando el Museo Romántico. En 1927 fue comprada definitivamente por el Estado, dando lugar al desarrollo de una serie de intervenciones con el objetivo de acondicionar el edificio a las nuevas necesidades museológicas.

Entre 1944 y 1974 el encargado de las mismas fue José Manuel González-Valcárcel, quien llevó a cabo distintos trabajos como la reforma de la fachada trasera, que dejó de tener ese carácter y se convirtió en un acceso principal alternativo, la vinculación mediante un recorrido circular de todas las salas de la planta principal, reparación y consolidación de cubiertas y forjados o el proyecto de creación de un salón de actos y exposiciones.29​ Este proyecto fue finalmente llevado a cabo entre 1978 y 1982 por Fernando Chueca Goitia.

En 1988, con toda la superficie del edificio disponible, tras el traslado de los materiales de otras colecciones ajenas al Museo, se plantea un Plan Director para el Museo Romántico de la mano de Ignacio Gárate Rojas. En el mismo, se busca la ampliación del edificio y la redistribución interior para ganar más espacio expositivo. De todo lo planificado, en 1996 se terminó esta fase con el traslado de los servicios de dirección, administración, restauración y depósitos desde la planta baja a la planta bajo cubierta.

Una última fase de rehabilitación, de la mano de Ginés Sánchez Hevia, afectó a zonas de la planta baja, como patios y vestíbulo, y se llevó a cabo el proyecto museográfico de la exposición permanente, con una recreación más exhaustiva de las estancias y una ampliación de los itinerarios y temáticas.

El Museo Nacional de Arte Romano de Mérida (España) (MNAR) fue inaugurado el 19 de septiembre de 1986 en su emplazamiento actual, obra del arquitecto Rafael Moneo. Se trata de un centro investigador y difusor de la cultura romana donde, además de acoger los hallazgos arqueológicos de la antigua ciudad romana Augusta Emerita, se celebran congresos, coloquios, conferencias, cursos, exposiciones y otras muchas actividades de ámbito nacional e internacional. Es uno de los edificios Patrimonio de la Humanidad de la Unesco como parte del Conjunto arqueológico de Mérida.

Es un Museo Nacional de España adscrito al Ministerio de Cultura y Deporte, es de gestión exclusiva de la Dirección General de Bellas Artes y Patrimonio Cultural.

Historia
Los precedentes del Museo Nacional de Arte Romano se remontan al siglo xvi, cuando don Fernando de Vera y Vargas, señor don Tello y Sierra Brava, comenzó a formar una importante colección epigráfica en su palacio. Su hijo, el conde de la Roca, la mantuvo y aumentó, colocando algunas piezas en la fachada del edificio, que fue derribado a finales del siglo xix. En el siglo xviii vamos a asistir a la creación de dos colecciones de piezas arqueológicas, una en la Alcazaba de Mérida y otra en el Convento de Jesús Nazareno (actual Parador Nacional). Desde entonces, a raíz de varias excavaciones, así como de muchos hallazgos fortuitos, las colecciones antes citadas se van a incrementar notablemente.

En 1838, como consecuencia de la Desamortización, el Estado decidió ceder la Iglesia de Santa Clara (donde actualmente se encuentra el Museo Visigodo), con objeto de que en dicho edificio se instalaran las piezas arqueológicas emeritenses. El primer inventario, realizado en 1910, reflejó la existencia de un total de 557 objetos.

En ese mismo año, bajo la dirección del catedrático de Arqueología de la Universidad de Madrid José Ramón Mélida y del erudito local Maximiliano Macías, se iniciaron las primeras investigaciones arqueológicas con una metodología más o menos científica en diversos puntos de la ciudad: teatro, anfiteatro, circo, necrópolis... gracias a las cuales, cuando en 1929 Mélida y Macías dan al poco más que suntuoso almacén un formato museográfico, los fondos alcanzaban las 3.000 piezas.

Tras la Guerra Civil se reanudaron las excavaciones en la ciudad, que, de forma bastante regular, se siguieron realizando sistemáticamente. Siendo conscientes las autoridades de que la antigua Iglesia de Santa Clara no tenía espacio suficiente para albergar los nuevos descubrimientos, y con el decidido impulso del entonces director del Museo José Álvarez y Sáenz de Buruaga, se empezó a pensar en la creación de un nuevo edificio para mostrar y almacenar mejor la arqueología emeritense, hasta que por fin en 1975, con motivo del bimilenario de la ciudad, se decide la creación del Museo Nacional de Arte Romano (por R.D. de 7 de julio), el primero que, fuera de Madrid, tuvo el rango de nacional.

Pocos años más tarde, en 1979 el proyecto del edificio fue encargado al arquitecto Rafael Moneo Vallés quien lo llevó a cabo entre 1980 y 1986, siendo inaugurado el 19 de septiembre de 1986 por SS. MM los Reyes de España, en presencia del presidente de la República de Italia Francesco Cossiga, como una forma simbólica de renovar los antiguos vínculos. Actualmente el museo alberga más de 36.000 piezas, y acaba de festejar en 2011 su XXV aniversario, habiendo recibido en este tiempo unos cinco millones de visitantes, y actuado como el motor de la transformación radical del turismo de Mérida.

El Museo Vasco del Ferrocarril, ubicado en la estación, cocheras y talleres del antiguo ferrocarril del Urola en la población guipuzcoana de Azpeitia en el País Vasco, España, es una dependencia de la compañía ferroviaria Euskotren, dependiente de la Gobierno Vasco.

El museo recoge una amplia muestra de material ferroviario de todo tipo, destacando el móvil, así como documentación y bibliografía sobre el ferrocarril y su historia en el País Vasco.

Características
Las instalaciones del Ferrocarril del Urola, uno de los primeros ferrocarriles eléctricos de España y que se mantuvo prácticamente sin modificaciones significativas en su estructura y material rodante desde su inauguración en 1926 hasta su cierre, dejó de dar servicio en 1986 y fue definitivamente clausurado en 1988, pasaron a convertirse en museo. Se recogió material proveniente de las muchas líneas ferroviarias que surgieron a principios del siglo xx y se cerraron en la última parte del mismo en toda la geografía vasca.

El museo se creó en 1992 y se abrió al público en 1994 bajo el impulso del historiador del ferrocarril Juanjo Olaizola Elordi, quien ejerció de director desde su fundación hasta el año 2010.1​ En el año 2011 cambia la forma de gestión del mismo pasando a depender de una fundación, la "Fundación del Museo Vasco del Ferrocarril" (Burdinbidearen Euskal Museoaren Fundazioa), dirigida por la historiadora Maitane Ostolaza.
En 2014 esta forma de gestión es revertida, siendo el Museo gestionado por EuskoTren, de nuevo con Juanjo Olaizola Elordi al frente.

Guarda en su colección, además del material móvil, diverso material relacionado con el ferrocarril, como relojes, uniformes, juguetes antiguos, máquinas-herramienta, faroles, placas, etc. En cuanto a material móvil, es el museo español que mayor número de locomotoras de vapor ha llegado a tener operativas a la vez. Apoyándose en ello y en un grupo de voluntarios (la Asociación de Amigos del Museo Vasco del Ferrocarril), el museo organiza de forma regular viajes en locomotora de vapor y coches históricos sobre un recorrido de 5km de la antigua línea de ferrocarril del Urola, entre las estaciones de Azpeitia y Lasao.

Los talleres de mantenimiento del ferrocarril del Urola permanecen en el mismo estado que cuando se cerró el mismo, lo que les ha convertido en los únicos talleres mecánicos que se conservan desde principios del siglo xx.

El museo también preserva otros vehículos no ferroviarios. Entre otros, la colección consta de un camión de bomberos Magirus (1922) de la ciudad de San Sebastián, un autobús Barreiros (1964) de la Compañía del Tranvía de San Sebastián a Tolosa (TSST), un trolebús BUT (1948) con decoración de la Compañía del Tranvía de San Sebastián y un autobús Hispano Carrocera (1991) de Bilbobus con su esquema de pintura original.

El Museo Nacional de Cerámica y Artes Suntuarias González Martí está ubicado en el palacio del Marqués de Dos Aguas, en la ciudad de Valencia (España). Se creó el 7 de febrero de 1947 a partir de la donación al Estado de la colección de cerámica de Manuel González Martí, inaugurándose como museo el 18 de junio de 1954. Durante siete años la colección tuvo su sede en el domicilio particular del fundador, mientras se realizaba la restauración del Palacio llevada a término entre 1950 y 1954, fecha en la que se instaló definitivamente el Museo Nacional de Cerámica.​

Es un Museo Nacional de España adscrito al Ministerio de Educación, Cultura y Deporte y es de gestión exclusiva de la Dirección General de Bellas Artes y Patrimonio Cultural.

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Declarado monumento histórico-artístico en 1941, el palacio fue comprado por el estado en 1949 para ubicar la colección de cerámica. Tras su primera rehabilitación para adecuar las salas como museo, desde entonces se han sucedido numerosas intervenciones que comprenden la restauración del inmueble, mejoras en su infraestructura y la renovación de los espacios museológicos. En el año 1990 el museo cerró para emprender una nueva restauración del edificio, según el proyecto del arquitecto Ginés Sánchez Hevia, abriendo de nuevo sus puertas al público en 1998.​

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En 1969, al haber incrementado sus fondos con numerosos objetos de mobiliario, indumentaria, pintura y otras colecciones de la tradición valenciana y sus autores autóctonos, se dispuso que el Museo exhibiera, junto con la cerámica, objetos de arte suntuario, pasando a denominarse «Museo Nacional de Cerámica y de las Artes Suntuarias González Martí».

Patio de carruajes
En la planta baja, después de pasar el vestíbulo, se encuentra el «patio de carruajes», como su nombre indica era el antiguo patio donde se guardaban los carruajes y se encontraban también los establos para los animales de tiro. Ahí se exponen la «carroza de las Ninfas», realizada por Hipólito Rovira e Ignacio Vergara y fechada en 1753, la del marqués de Llanera, de estilo imperio, y una silla de manos, de estilo rococó, también del siglo XVIII.

Planta primera
La visita a este piso está estructurada para recorrer lo que eran las habitaciones particulares de los marqueses de Dos Aguas, todas decoradas con estucos y pinturas murales, se encuentran amuebladas con parte del mobiliario original como es la Sala de baile, la Sala roja, la Salita oriental, la llamada de la Porcelana con el mobiliario original realizado en Dresde con placas de cerámica incrustadas, así como son de porcelana de Meissen la lámpara y apliques junto con algunas figuras. En el dormitorio se encuentra una gran bañera de mármol blanco de Carrara y el techo está decorado con pinturas de Plácido Francés y Pascual realizadas en 1862.

Los pavimentos están realizados con marquetería de mármol de diferentes colores, donde se puede ver las iniciales «MD» correspondientes al Marqués de Dos Aguas. En todas estas salas se pueden admirar pinturas y objetos variados, relojes, jarrones etc. como complemento de la exquisita decoración de la época.

Indumentaria
Desde sus primeros años de creación el museo recibió valiosas y numerosas donaciones de colecciones de trajes antiguos, su presentación se realizó con los trajes colocados sobre maniquíes de madera en color natural, para no distraer la atención del espectador, estos vestidos se presentaban con complementos de sombrillas, sombreros, mantillas o abanicos.​
La exposición de esta manera hacía sufrir a las prendas, debido a la luz y el polvo que se acumulaba sobre ellas y que ocasionaba un deterioro considerable, con lo que se llegó al acuerdo de retirar la presentación permanente y editar catálogos de estos fondos, a la vez que organizar exposiciones temporales donde irlos mostrando al público.

Dentro de la colección de tejidos e indumentaria, se encuentran una serie de doce fragmentos decorativos de textiles coptos, destacan una tabula decorada con hojas de parra datada entre 140-380 d.C., otro tejido con bandas policromas de entre el 210-390 d.C y un fragmento con una decoración sobre fondo oscuro con modelos bicromos, tomados seguramente de modelos de mosaicos geométricos, datado de entre el 250-420 d.C.

​ Otro de estos fragmentos tiene el fondo color naranja, se encuentra dividido en tres franjas decorativas, en la central aparecen amorcillos corriendo con patos y en las laterales se encuentran roleos con jinetes en su interior.​ Esta colección fue comprada en el Rastro de Madrid en el año 1964 por el propio González Martí, se encontraban montados sobre cartones y con el texto en idioma francés TISSUS COPTES/III-VI SIÈCLE.

Entre el coleccionismo variado de Manuel González Martí se encontraba la pintura. Aunque parte de la misma pasó a manos de sus herederos, el fondo del museo mantiene algunas obras como una Inmaculada Concepción (1860) del pintor valenciano José Vicente Pérez y Vela. Una pieza que se encuentra en la capilla del Museo, es un San Vicente Mártir, adquirido en 1917, de autor anónimo datado de principios del siglo XVII y procedente del exclaustrado monasterio cisterciense de Santa María de Benifasar.

Otra cantidad importante de pintura ingresó en el museo, gracias a la intervención de su fundador, a través de la Junta Delegada de Incautación y Protección del Tesoro Artístico de Valencia, que había sido la encargada de salvaguardar objetos artísticos al comienzo de la guerra civil española.

​Entre estas obras se encuentran dos óleos que representan a San Francisco de Asís y a San Vicente Ferrer, seguramente ejercían la función de puertas de sagrario, y pudieran ser obras del pintor Nicolás Borrás, discípulo de Juan de Juanes, ya que tienen gran parecido con obras de este autor conservadas en la catedral de Orihuela. Aunque la mayoría de pinturas son de carácter religioso, se pueden contemplar retratos del siglo XVII, de Luis XVI rey de Francia y su esposa María Antonieta de Austria, copia de unos originales del mismo siglo que se conservan en el Palacio de Versalles. Otra pareja de pinturas de paisaje en formato oval seguramente para formar un pendant, representan un Paisaje campestre al atardecer y una Vista de un puerto al amanecer con clara influencia de la pintura holandesa.

Algunas otras aportaciones proceden de diversas donaciones de colecciones particulares o de los propios artistas, la mayoría de los siglos XIX y XX. Destacan autores como Ricardo Verde Rubio, José Benlliure , Vicente Ibáñez García de Lara o del pintor Ignacio Pinazo Camarlench.

Planta segunda
Toda esta planta se ha dedicado a la exhibición de cerámica de uso o adorno o como elemento arquitectónico. Del contenido del Museo destacan la colección de cerámica medieval cristiana procedente de Manises y Paterna; un conjunto de cerámicas de la antigüedad: griegas, iberas y romanas; una producción de azulejos medievales valencianos y producciones de la Real Fábrica de Alcora.

La primera colección donada por su fundador González Martí, constaba de de unas seis mil piezas en su mayoría cerámicas que comprendían desde la época medieval hasta lozas populares del siglo XIX. Se encuentra expuesta repartida en las diversas salas de esta segunda planta del palacio.

Cerámica
El recorrido se ha conformado de manera cronológica, por lo que en primer lugar se encuentra en una sala paneles con explicaciones sobre la evolución de la cerámica desde el neolítico, con muestras de materiales y explicación de las técnicas empleadas, se exhiben piezas de diversas culturas como la griega, íbera y romana.

La cerámica hispano morisca está bien representada principalmente con piezas de la zona valenciana de talleres musulmanes, destacan las procedentes de entre los siglos XIII y XIV decoradas en verde y manganeso, con cubierta estannífera blanca, las de reflejos metálicos y las que empleaban el azul cobalto.

Destaca del siglo XIII una fuente de jardín de origen musulmán, encontrada en la plaza de la Figuereta de Valencia, que está realizada con azulejos en color verde, blanco y negro formando dibujos geométricos.​ Todos estos tipos de cerámicas de introducción musulmana dieron paso a las bases técnicas de la cerámica de producción española y cristiana a partir de Málaga hasta su llegada a tierras valencianas.​ La colección del museo muestra importantes obras de diversos lugares, tanto de origen italiano como nacional de Teruel, Cataluña o Paterna. En el siglo XV la cerámica de Manises de loza dorada obtuvo un gran éxito en su producción, la mayor parte para el servicio de la nobleza, que se exportaba a toda Europa, realizando además en ese mismo centro otras series más populares, de todas ellas hay una buena exposición en la colección del museo.

En la época del renacimiento, Florencia fue productora, a través de la familia Della Robbia, de una cerámica policromada vidriada de carácter devocional, que por medio de su comercio continental llegó también a la península Ibérica. El museo tiene una obra de estas características, que fue la primera comprada para el Museo por el Estado en 1943, se trata de un tondo florentino del siglo XVI, con la representación de una Virgen con Niño, atribuido a los talleres de Benedetto Buglioni y que hasta el año 1923 se encontraba instalado en el tímpano de la puerta del Real monasterio de la Trinidad de Valencia.​

La azulejería para pavimentos con divisas o escudos heráldicos eran encargos realizados por instituciones para sus sedes o por la nobleza. Se encuentran visibles fragmentos procedentes de diversos palacios valencianos. Otras piezas empleadas para la arquitectura son los socarrats, cuyo formato mayor se destinaba al entrevigado de techos interiores, mientras los de menor tamaño se utilizaron componiendo frisos en terrazas, escaleras u otros lugares. Las piezas valencianas se exhiben con otras referentes de la misma época de producción española e italiana.

Hasta el siglo XVIII, se comprueba en la exposición que las piezas de loza dorada se extendió su producción hacia Cataluña, Aragón, aunque a partir de la expulsión de los moriscos en el siglo XVII las decoraciones se simplifican, dejando paso poco a poco a la influencia por parte italiana en la policromía, así como la porcelana china y sus imitaciones. Centro innovador de la porcelana valenciana en el siglo XVIII fue la producción de la Real Fábrica de Alcora que se encargó de imitar el gusto del barroco francés y la decoración rocaille en piezas destinadas a vajillas y objetos de ornato.

El museo posee desde el año 2012 un Belén napolitano del siglo XVIII, conjunto similar a los que poseen el Museo Nacional de Escultura de Valladolid, el Museo Nacional de Artes Decorativas y la Fundación March de Palma. El conjunto se compone de 29 figuras que oscilan entre los 10 y 40 cm de altura, realizadas con el cuerpo de alambre recubierto con estopa, las extremidades de madera y la cabeza en terracota, engalanadas con finas vestiduras de la época y ricos complementos de toda índole.​

La llegada del modernismo hizo recuperar la cerámica de reflejo metálico como aplicación para la decoración arquitectónica de exterior e interior de edificios, así como objetos decorativos. Junto a bustos austriacos de este estilo se encuentran piezas del escultor valenciano Mariano Benlliure. La cerámica de autor está representada en la última sala de esta planta con diversas obras de autores del siglo XX, entre ellas se encuentran unas piezas donadas por Pablo Picasso.​

En una sala adaptada especialmente se conserva la representación de una cocina típica valenciana, tal como la diseñó Manuel González Martí, con azulejería para zócalos y frisos junto con paneles decorativos de los siglos XVIII y XIX. La decoración de esta pieza se complementa con vasijas de cerámica y objetos de cobre populares de esta misma época.​ Uno de los paneles cerámicos expuestos es el que representa las Santas Justa y Rufina datado entre 1780-1790 y realizado con doce azulejos, aunque iconográficamente a estas santas se las representa siempre con la torre de la Giralda, en este caso la torre diseñada está inspirada en el campanario de la catedral de Valencia, y las piezas de cerámica que se encuentran depositadas en el suelo son claro ejemplo de la loza de Manises.

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